Una de esas imágenes que se quedan para siempre en la retina.
El que probablemente sea el atentado terrorista más famoso de la historia cumple hoy su mayoría de edad, y es inevitable recordar qué estaba haciendo yo ese día (señores de la CIA, por si me leen: no tuve nada que ver).
Estaba yo por aquel entonces en la universidad, preparando los exámenes de septiembre (lógicamente), y fue un verano que tuve muchos. De hecho, fue un septiembre en el que fui capaz de levantar 11 de las 16 asignaturas que me habían quedado (pueden parecer muchas, pero empecé el curso con 27), y no estoy muy seguro, pero pudiera ser que estuviera estudiando para la asignatura Gestión de Recursos Humanos, aunque es irrelevante.
Había ido, como solía hacer siempre, a estudiar a la biblioteca de la universidad, y como era habitual había dejado los apuntes allí para no perder el sitio. Llegué a casa y estaba mi padre en la cocina, viendo en las noticias, de Telecinco, cómo algo había impactado contra una de las torres gemelas, pero no se sabía qué era. En la confusión recuerdo ver un avión chocarse contra una torre y lo que pensábamos que era la repetición resultó que era el famoso impacto en directo. Flipando, claro.
Mi padre se fue a trabajar y yo seguí pegado a la tele, mientras Angels Barceló lo iba narrando. Todavía ninguno éramos conscientes del alcance de aquello. No recuerdo el orden de los sucesos, pero sí la sensación de apocalipsis viendo cómo una torre se derrumbaba, luego la otra, comunicaban que un avión se había estrellado en Camp David, otro contra el Pentágono, una furgoneta bomba en Washington... la sensación era "va a estallar la puta tercera guerra mundial y lo estamos viendo en directo".
La tarde seguía avanzando, y parece que el festival de explosiones se calmaba, y fui a la universidad a recoger mis cosas (como para seguir estudiando ese día). Recuerdo hablar con un amigo, Carlos, que al día siguiente tenía que volar a Estados Unidos, pues se iba a vivir allí, que estaba acojonado y luego recuerdo ir a casa de mi amigo Iñigo. La imagen de ver TODOS los índices bursátiles cayendo en picado era verdaderamente descorazonadora. La pregunta ese día, y al siguiente, era ¿y qué va a pasar ahora? Lo que vino después más o menos ya nos lo sabemos, y es que es indiscutible que ese día el mundo cambió para siempre.
Lo que no faltó, y es algo que se veía venir desde el minuto uno, fue el aluvión de conspiranoicos creyéndose en posesión de "la verdad", ansiosos de autoconvencerse de sus teorías de autoatentados y trabajos internos, que primero lanzaron sus teorías y luego ya, si eso, se dedicaron a buscar espurios datos que les dieran, al menos en apariencia, la razón.
Si alguien quiere conocer mi opinión, y no es ya lo suficientemente obvia, las teorías de la conspiración me parecen, y me lo parecieron desde el primer momento, una verdadera gilipollez.
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