Muerte en las trincheras.
Un prodigio visual que nos traslada a la primera guerra mundial, la Gran Guerra, donde dos soldados son asignados a una peligrosa misión que puede evitar que su bando sufra una masacre.
Esa misión es la excusa para un espectáculo visual y sonoro en el que cada bala duele y prácticamente podemos notar la humedad del barro en las botas y el pútrido olor de la muerte que acecha en cada esquina.
Esta sensación de viaje (que recuerda mucho a Frodo y Sam adentrándose en Mordor) debe a un supuesto plano secuencia constante (que no es tal, aunque sí cuenta con planos muy largos), que aunque a veces provoca cambios raros de plano, funciona muy bien y traslada de maravilla las sensaciones que permite trasladar, y genera esa inmersión en la película que ayuda a vivirla.
Por ponerle un pero, hubo alguna parte de la película que resultaba un poco desconcertante, en la que no quedaba muy claro si era real o una escena onírica (me refiero a lo que sucede poco después de que el protagonista cruce un río), aunque tal vez esa sensación de "no tengo muy claro dónde estoy" era precisamente lo que buscaba trasladar al espectador.
En general, una muy buena película bélica, y en el fondo de aventuras, sobre una guerra que, sin haber sido llevada tantas veces al cine como su sucesora, cuenta con un enorme material para contar grandes historias.
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