Ani, abreviatura de Anora, es una stripper y ocasional prostituta, de la que se enamora Ivan "Vanya", el heredero de unos oligarcas rusos. Con él vivirá una relación de sexo a cambio de dinero, con boda en Las Vegas y todo, en la que los sentimientos serán confusos. Todo muy bonito y muy idílico hasta que aparece la familia de Vanya, que no acepta ese matrimonio y la pareja tendrá que enfrentarse a las adversidades.
Así contado podría parecer que no es sino una versión moderna de Pretty Woman, pero Sean Baker sabe darle el giro de tuerca que convierte Anora en una película divertidísima, con momentos verdaderamente tronchantes y dos horas y media de película que se pasan volando, gracias a una historia que fluye muy bien y unos personajes que resultan geniales. Aunque aquí hay que destacar la labor de Mikey Madison, que está soberbia en el papel protagonista.
Pero que tampoco se piense nadie que esto es una superficial comedia de enredo, ya que tiene bastantes más capas y lecturas de las que cabría esperar, subvierte algunas expectativas y consigue darnos un final que tiene bastante de mazazo, sobre todo si empatizamos con sus personajes.
Una película que da bastante más de lo que parece ofrecer su envoltorio de thriller romántico-erótico.
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