Corfú-Patras: Nos vamos de la isla, con 100 españoles más.
Dormir en Interraíl no siempre era sinónimo de cama. Ni siquiera era sinónimo de cama y techo, ya que durante el viaje a la Grecia continental hicimos noche en la propia cubierta del barco, donde se dormía de maravilla. Probablemente una de las mejores noches del viaje. Claro que el cansancio acumulado siempre ayuda. El caso es que después de una animada nohe charlando con el resto del pasaje (gran cantidad de españoles), nos fuimos a dormir, cómodamente instalados en nuestros sacos.
Y dormimos plácidamente hasta que a las 6 de la mañana nos despertó el sirtaki. Claro que tampoco habríamos dosmido mucho más, ya que a las 7 atracábamos en el puerto. Y una vez allí, tocaba correr para evitar perder el tren a Atenas. Mas no pudo ser, y en vez de coger el de las 7:10, tuvimos que esperar hasta las 10:25. Y no miraré a nadie, para no remover viejas heridas ;)
Las 3 horas que pasamos en la estación distan de ser fascinantes, aunque para el anecdotario queda la imagen de unos atorrantes locales mirando con ojos golosos nuestro equipaje, y cómo ir al baño esquivando mendigos dormidos recuerda a la escena de los huevos de Alien.
Pero como el pueblo griego es un pueblo tranquilo, poco amigo de esfuerzos innecesarios, sin más emociones que esa cogemos el siguiente tren.
Patras-Atenas: Nos marchamos de Patras, tras 3 horas muy amenas.
Uno de tantos viajes en tren,en el que aprendemos cómo enfrentarnos al alfabeto griego resulta una regresión al analfabetismo. También nos enfrentamos a un fallo en la catenaria del tren, o algo, y nos quedamos parados un rato. Y luego otro. Y luego otro... apreciamos la elegante decadencia griega. Así como podemos contemplar las vías a través de un agujero de 20 centímetros en el suelo del vagón.
Pero sin más incidentes reseñables, por fin llegamos a una de las cunas de la civilización occidental.
Atenas.
Y dormimos plácidamente hasta que a las 6 de la mañana nos despertó el sirtaki. Claro que tampoco habríamos dosmido mucho más, ya que a las 7 atracábamos en el puerto. Y una vez allí, tocaba correr para evitar perder el tren a Atenas. Mas no pudo ser, y en vez de coger el de las 7:10, tuvimos que esperar hasta las 10:25. Y no miraré a nadie, para no remover viejas heridas ;)
Las 3 horas que pasamos en la estación distan de ser fascinantes, aunque para el anecdotario queda la imagen de unos atorrantes locales mirando con ojos golosos nuestro equipaje, y cómo ir al baño esquivando mendigos dormidos recuerda a la escena de los huevos de Alien.
Pero como el pueblo griego es un pueblo tranquilo, poco amigo de esfuerzos innecesarios, sin más emociones que esa cogemos el siguiente tren.
Patras-Atenas: Nos marchamos de Patras, tras 3 horas muy amenas.
Uno de tantos viajes en tren,en el que aprendemos cómo enfrentarnos al alfabeto griego resulta una regresión al analfabetismo. También nos enfrentamos a un fallo en la catenaria del tren, o algo, y nos quedamos parados un rato. Y luego otro. Y luego otro... apreciamos la elegante decadencia griega. Así como podemos contemplar las vías a través de un agujero de 20 centímetros en el suelo del vagón.
Pero sin más incidentes reseñables, por fin llegamos a una de las cunas de la civilización occidental.
Atenas.
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