Recién despertado, tras haber llegado ayer a la 1 a casa, pero sin haber dormido hasta bastante más tarde por culpa de una muela que tuvo a bien empezar a doler el viernes, contaré mi viaje, que ya han sido muchos días que he estado desaparecido del blog (buena señal, pues estaba entretenido en otras cosas).
El miércoles, de buena mañana, cogí el autobús Bilbao-Madrid, un cómodo Supra donde nos daban de beber y de comer, y donde pude ir viendo Oz o jugando al Breath of Fire hasta que a eso de las 13:15 llegué a Madrid. Allí me junté con el resto de la comitiva y una vez hecho el reparto por coches cogemos ruta hasta Mollina.
A última hora de la tarde llegamos a nuestro destino, el hotel Saydo, donde hacemos noche a pesar de los mosquitos. El jueves a la mañana vamos a las jornadas (a las cuales, como tales les dedicaré sus propias entradas), y nos vamos ya al lunes por la mañana.
Salimos de allí en coche, aunque tenemos que volver cuando nos damos cuenta de que nos hemos dejado al pobre Nast en tierra. Una vez recogido, a la carretera. Ahí, durante todo el día o casi, mi dinámica es beber agua para paliar el incordio de la muela. Aunque eso obliga a hacer alguna parada más de las necesarias para desrepostar.
Comemos un bocadillo en carretera, y sobre las 5 ya llegamos a Madrid. Allí estamos un rato de terracita, pero estos se acaban marchando (que también están descojonados) y empieza la parte divertida: esperar de 18:00 a 20:30 al autobús para el que tengo billete. Durante ese rato, en el que casi me quedo dormido, intento combatir el terrible aburrimiento usando la Dingoo con el Breath of fire y el portátil con el Buscaminas.
Finalmente a las 20:15 me asiento en el autobús, aunque la muela se empeña en darme el viajecito. Por suerte, aunque no daban comida (Maldición, era el Supra Economy) sí dan agua fría, y estoy en un constante ir y venir.
Por fin a las 0:45 aterrizo en Bilbao y deposito mi cadáver en casa.
El miércoles, de buena mañana, cogí el autobús Bilbao-Madrid, un cómodo Supra donde nos daban de beber y de comer, y donde pude ir viendo Oz o jugando al Breath of Fire hasta que a eso de las 13:15 llegué a Madrid. Allí me junté con el resto de la comitiva y una vez hecho el reparto por coches cogemos ruta hasta Mollina.
A última hora de la tarde llegamos a nuestro destino, el hotel Saydo, donde hacemos noche a pesar de los mosquitos. El jueves a la mañana vamos a las jornadas (a las cuales, como tales les dedicaré sus propias entradas), y nos vamos ya al lunes por la mañana.
Salimos de allí en coche, aunque tenemos que volver cuando nos damos cuenta de que nos hemos dejado al pobre Nast en tierra. Una vez recogido, a la carretera. Ahí, durante todo el día o casi, mi dinámica es beber agua para paliar el incordio de la muela. Aunque eso obliga a hacer alguna parada más de las necesarias para desrepostar.
Comemos un bocadillo en carretera, y sobre las 5 ya llegamos a Madrid. Allí estamos un rato de terracita, pero estos se acaban marchando (que también están descojonados) y empieza la parte divertida: esperar de 18:00 a 20:30 al autobús para el que tengo billete. Durante ese rato, en el que casi me quedo dormido, intento combatir el terrible aburrimiento usando la Dingoo con el Breath of fire y el portátil con el Buscaminas.
Finalmente a las 20:15 me asiento en el autobús, aunque la muela se empeña en darme el viajecito. Por suerte, aunque no daban comida (Maldición, era el Supra Economy) sí dan agua fría, y estoy en un constante ir y venir.
Por fin a las 0:45 aterrizo en Bilbao y deposito mi cadáver en casa.
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