La clave está en los detalles.
El carismático Ricardo Darín es el protagonista de este thriller, en el que da vida a Roberto, un ex-abogado (¡anda, como yo!) metido a catedrático, que se pone por su cuenta a investigar el asesinato de una persona que le resulta cercana.
Y en su búsqueda aparecerá uno de sus alumnos (Alberto Ammann), hijo de uno de sus amigos, y la hermana de la víctima (Calu Rivero), y entre los tres se forjará un inquietante triángulo amoroso, en paralelo al juego del ratón al que jugará Roberto con el astuto asesino.
A diferencia de otros thrillers, aquí no tarda en desvelarse quién es el malo de la película, y el núcleo de la historia no es desvelar los enigmas, sino ver cómo se desarrollan los acontecimientos, y curiosamente, casi está más claro todo en el minuto 30 que al final de la película.
En el trabajo de los actores destaca, sin que ello suponga ninguna sorpresa, el trabajo de Ricardo Darín, que devora al resto de intérpretes (especialmente en el caso de Calu Rivera, que la chica muy guapa, sí, pero lo que es actuar...).
Con respecto al guión, pasa una cosa curiosa. En el momento de escribir esto empecé la frase "no es gran cosa, e incluso tiene alguna que otra cosa absurda", pero se me ha iluminado un bombilla, y tal vez no lo sea tanto.
SPOILERS EN ESTE PÁRRAFO: Hay una escena en la que Roberto se cuela en casa del sospechoso y ve que ha comprado objetos que coinciden con los del asesinato, y para ver si compran, se va al supermercado y hace la misma compra, a fin de ver si coincide el precio. Como no le cuadra, se compra algo de lo que está en el mostrador, para que le cuadre. En el momento me ha parecido ridículo. ¿Para qué iba a hacer eso?
Bueno, más tarde su exmujer le acusa de no buscar las pruebas que le digan la verdad, sino las pruebas que demuestren su verdad. Ahí tenemos la respuesta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario