Matt Damon, haciendo que los estadounidenses se gasten millonadas en rescatarlo desde 1998.
Ridley Scott demuestra con esta película que es perfectamente posible hacer una película seria de ciencia-ficción, que a la vez sea creíble y que no por ello deje de ser divertida.
Cuando una expedición de la NASA a Marte sale mal, los astronautas deben abandonar el planeta precipitadamente. Pero al marcharse, y al más puro estilo "Solo en casa", se dejan a uno de los suyos, Mark Watney, sobre la superficie marciana, dándolo por muerto. Aunque Watney es todo un superviviente, y a pesar de tener absolutamente todo en su contra, decide tomar una determinación: no morir en Marte. Y gracias a su tesón y su ingenio, logra contactar con la tierra, cultivar comida y llevar a cabo el milagro de sobrevivir más de lo que cualquiera hubiera sobrevivido, como un buen Robinson Crusoe del espacio. Sin embargo, como se verá, sobrevivir solo es la parte fácil, y el rescate se plantea como una misión prácticamente imposible, casi un disparo a ciegas en el que es muy difícil acertar. Motivo insuficiente para que Watney se rinda.
Esta es la sinopsis de esta gran película, que logra transmitir muy bien la sensación de agobio que sufre el protagonista, con el que consigue que conectemos prácticamente desde el minuto uno, en una historia que casi se nos hace corta, gracias a que es muy divertida. El carácter del protagonista es un elemento que ayuda mucho en este sentido, así como algunos de los personajes secundarios y las coñas en su justa medida. Pero sobre todo es la música el gran acierto de esta película, con una banda sonora que le da ese toque de genialidad.
Muy recomendable. Y como detalle friki, ese guiño a los fans de Community con Donald Glover interpretando a un personaje que es prácticamente un calco al de su compinche en dicha serie, Abed Nadir.
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