Dirigida por Kakakoulos Pedopis.
Infumable, inclasificable y por desgracia terriblemente aburrida. La originalidad es un valor que a veces se echa en falta en el cine, pero también es algo que por sí solo no sirve. Y esta película, pues original es, no se lo voy a negar, pero es que no hay por dónde cogerla.
Va de un náufrago que está a punto de suicidarse cuando aparece en la playa el cadáver flatulento de Harry Potter (acéptalo, Daniel, siempre serás Harry Potter) y tras unos intentos fallidos de reanimarlo, lo utiliza como lancha fueraborda propulsada por pedos para salir de la isla. Estoy siendo todo lo jodidamente literal que puedo, por cierto.
De la isla llegan a un bosque, donde comienza a surgir la amistad entre un melancólico náufrago y un cadáver con superpoderes, que se tira pedos de gran potencia, vomita agua, escupe municiones... e incluso hasta habla. De hecho, lo que mueve la película es tratar de recuperar sus recuerdos, y saber quién es esa chica del móvil, todo ello en una atmósfera lisérgica y completamente surrealista, repleta de chistes de pedos cada aproximadamente cinco minutos, que habrá a quien guste pero a mí me ha hecho querer salir huyendo del cine en varias ocasiones.
Si esta película ganó el premio de Sitges, no quiero saber cómo fueron las demás.
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