Te vas a hartar de ver esta pantalla.
Este juego es una mierda, no sé por qué pierdo el tiempo con él... ¡no vuelvo a jugar! Venga, va, otra y ya lo dejo.
Estas frases son comunes al género del rogue-like, juegos de partidas cortas en los que el mapa se genera cada vez, no habiendo dos partidas iguales y la dificultad suele ser como para poner en fila india a los programadores y fusilarlos con brócoli al amanecer (la expresión original era un tanto más soez, pero esto lo pueden leer niños).
Aquí, como puede adivinarse por la imagen, la estética es medieval, y manejamos a un caballero, o mejor dicho, a una saga de caballeros (y damas) que enfundados en sus armaduras tratan de conquistar un castillo maldito, cuya maldición le hace estar lleno de monstruos y cambiar la disposición de las habitaciones cada vez que entramos. También está repleto de trampas, claro, así qe la mortalidad es elevada.
Y una cosa que caracteriza al juego es que una vez el personaje muere, se muere para siempre y debemos jugar con alguno de sus herederos, que al morir morirán para siempre, dejando el paso a sus herederos, y así ad eternum (yo voy por la 60ª generación, o algo así).
Cada héroe tendrá además de una clase de personaje (podremos ir desbloqueando más a medida que avanza el juego, luego llegaremos a ello), con unas virtudes y/o defectos que lo harán único. Así que no solo el mapa cambia cada vez que jugamos, sino que también lo hace el personaje.
¿Alguien dijo Castlevania?
Por suerte, cada vez que exploramos el castillo, además de una muerte horrible, encontraremos un montón de monedas que iremos saqueando, las cuales nos permitirán ir comprando mejoras para el personaje (más vida, más daño, mejor magia, nuevas clases de personaje...), si bien se irán encareciendo a medida que compremos más. Y a esto se le suma la gracieta de que cada vez que entramos al castillo se nos reduce el dinero a 0, de manera que todo lo que no gastemos se pierde.
El mapa parece, además de variable, extenso, y de vez en cuándo nos encontraremos con jefes, monstruos especialmente complicados, de los cuáles aún no he sido capaz de matar ninguno, pero que supongo que darán premios gordos. De momento, sigo dándome cabezazos contra el castillo, con la esperanza de, de vez en cuándo, dar un buen pelotazo y salir con unas cuántas monedas en el zurrón, las suficientes para comprar algún avance. Y de mientras muero, muero, muero y después muero. ¿Por qué pierdo mi tiempo con esto?
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