Literalmente lloré de la risa.
Rompe Ralph me pareció una película muy divertida pero me dejó el regusto de que por ir con el freno de mano un poco echado no llegaba a ser todo lo genial que podría haber sido, cosa que no sucede en esta secuela, donde se han soltado mucho más y consigue ser gloriosa, mejorando muchísimo a su predecesora.
Si la primera estaba centrada en los videojuegos, aquí la temática es Internet. La búsqueda de una pieza necesaria para salvar a uno de los personajes lleva a Vanellope y a Ralph al inmenso mundo de la red, y acaban metidos, entre otros sitios, en un videojuego que resulta ser un trasunto de GTA, que llevará a los protagonistas a tener que tomar difíciles decisiones.
Repleta de coñas y detallitos, la película es un maravilloso compendio de huevos de pascua y verdaderas genialidades (la sala de cine explotó en una uniforme carcajada con la alusión al museo Googleheim), que alcanzan el culmen cuando toca explorar la web de Disney (¡la reunión de princesas es genial!), sobre todo cuando Vanellope destapa su verdadera esencia de princesa Disney con su inevitable canción. Lagrimones de reír con esa escena, de verdad.
Una auténtica maravilla que nos regala Disney, divertida de principio a fin y en la que merece la pena quedarse a ver los créditos hasta el final, y no solo por la escena (que la hay), sino porque los propios créditos son maravillosos. Sin duda una película para ver con lupa y a cámara lenta para descubrir todos los detalles y homenajes que tiene.
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