Los jefes, planificando.
Esta semana hemos empezado a recibir en el trabajo usuarios que vienen de mi ex-oficina de Nicolás Alkorta, a hacer trámites que antes se hacían allí, y que ahora vienen a hacer a mi nueva oficina.
El ego podría invitarme a pensar que vienen porque, admirados por mi fabuloso saber hacer y mi estupenda atención, las masas acuden a ser atendidas por mí, pero la realidad es otra.
En un maravilloso ejemplo de gestión y saber hacer, mi ya ex-jefe, el mismo que firmó un informe por el que con 13 administrativos se podía sacar el trabajo del servicio, y que hizo que 6 nos tuviéramos que marchar, se dio cuenta al irnos los administrativos de que solo con 13 no podía hacerse todo el trabajo, y pidió que se quitara el registro, lo que le han concedido. Por eso, allí ya no hay registro.
Por una parte me alegro, por mis compañeros de allí, que bastante asfixiados iban a estar con el recorte de personal, pero me fastidia bastante, por dos motivos. Uno, que todo el registro que ya no se hace allí nos va a venir a nosotros, pero el otro y más importante, que este tema ya salió antes de que nos recolocaran, y cuando en una de las reuniones le pedí al jefe que en vez de quitar personal y tareas peleara para no quitar ni una cosa ni otra, ni me contestó.
No voy a emitir palabras feas en esta entrada, pero creo que mi opinión sobre su proceder es bastante clara.
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