This is Greenland!
2020 es, sin duda, un año muy adecuado para estrenar películas de catástrofes, pues todo lo que nos cuenten nos va a resultar creíble y verosímil, dadas las circunstancias. Y en ese contexto Gerard Butler (en adelante Leónidas) y Morena Baccarin protagonizan Greenland, un híbrido de clásicos del género, especialmente Deep Impact y 2012.
Nos ponemos en antecedentes: un meteorito con muy mala baba se aproxima hacia la tierra, amenazando con destruir casi toda la vida sobre el planeta. Es como el meteorito que acabó con los dinosaurios, pero a lo bestia. Sin embargo, para que no cunda el pánico, a la población le dicen que es un meteorito inocuo, que llegará al mar, hará puf y quedará en una bonita explosión. Pero resulta que antes de llegar, el meteorito gordo va soltando sus retoños, que tienen a bien ir destrizndo ciudades.
Mas no se alarmen, que una serie de ciudadanos elegidos, entre los que está nuestro querido Leónidas, reciben un mensaje presidencial por el que se les emplaza a acudir, con su familia y nadie más, a unas bases militares, para su evacuación. Y la forma que tiene el Gobierno de avisar es con un SMS o haciendo que aparezca el aviso en la tele de casa, de modo que si no estás en casa o no miras el móvil te jodes y si estás en casa con más gente, se entera de este secreto hasta el vecino del tercero. Para más añadidura, el aviso lo mandan el mismo día de la llegada del meteorito, no sea que la gente se pueda organizar con tiempo. En circunstancias normales, una gestión chapucera haría arquearse todas las cejas de suspensión de la incredulidad, pero entonces uno se acuerda de que Donald Trump es presidente de los EEUU y se le pasa.
Total, que después de salir precipitadamente de casa, Leónidas y su familia van hacia la base, donde están solo unos pocos elegidos que... pues no, claro que no. Ahí está medio estado de Georgia haciendo cola para entrar, pues del "secreto" se ha enterado hasta el tonto del pueblo. No pasa nada, que con el SMS llegaba un QR y permiten a Leónidas entrar. Les dan la pulsera del poder, como si de un festival de música se tratara y asunto resuelto. Solo que no, pues habría sido demasiado fácil, de manera que se dan cuenta de que se han dejado la insulina del niño en el coche y hay que volver a por ella. Uno podría pensar que es una base militar, probablemente tengan insulina y lo suyo es preguntar. Pero Leónidas es demasiado hombre como para preguntar, así que sale de la base como quien sale de la discoteca para ir a fumar y se mete en la maraña de gente para coger la insulina. Mientras tanto, resulta que lo de preguntar por la insulina igual no era tan buena idea, pues cuando los militares descubren que el niño es diabético comunican a la señora de Leónidas que no puede ir en avión, que gente con enfermedades mal. Y claro, cuando haces la convocatoria corriendo y mal, te sale el casting regulinchi.
Ajeno a todo esto, Leónidas ha regresado ufano con la insulina, y es subido a un avión, donde van como en el metro, sin cinturón ni nada. Con el avión ya despegando, Leónidas se da cuenta de que no van a dejar volar a su hijo y grita "¡paren, paren, que yo me bajo!", a lo que le hacen caso (¿total, por qué no? ni que fuera un avión) y se baja, coincidiendo con que se han montado disturbios por culpa de la gente que no se resigna a ser abandonada a su suerte y se monta un tiroteo que hace que todos los aviones exploten, incluido ese avión al que Leónidas obligó a detenerse. Enhorabuena majestad, más muertos a su cuenta particular.
Vi que había 300 personas y me vine un poco arriba.
Expulsados de la base, pero con la pulsera que les acredita como personas VIP, la mujer y el hijo de Leónidas deciden ir al norte, y como la cobertura va como va (algo lógico en plena lluvia de meteoritos), le dejan una nota en el suelo, que total, no es que sea un sitio lleno de gente corriendo como pollos sin cabeza.
Lapso de carrera contra el reloj, viaje al norte, niño secuestrado y liberado y gente que, como es lógico, quiere robar las pulseras del poder. Porque claro, del proyecto secreto y su funcionamiento se ha enterado, como decía, TODO EL MUNDO. Como también se ha enterado TODO EL MUNDO de que las bases militares ultrasupersecretas están en Groenlandia. Pero bueno, la familia se reencuentra, despedida dramática de personaje secundario, una noche de conducir a todo correr esquivando aerolitos flamígeros y por fin llegan al aeródromo de donde sale el avión que les puede salvar la vida. Recapitulando: tienen 6 horas para llegar a la base de Groenlandia antes de que el meteorito arrase con todo.
Llegan con el avión ya en marcha, y otro al que obligan a parar. Consiguen convencer al piloto de que les lleve, pese a que el avión ya va hasta las cartolas, incluso hacen chistes con el peso de Leónidas, y poniendo en peligro al resto de pasajeros, llegan a Groenlandia, pero solo les quedan unos minutos antes de que caiga el pedrolo y haga pum. Afortunadamente, y esto lo sabe cualquiera con unos mínimos conocimientos de Geografía, Groenlandia tiene aproximadamente el tamaño de la isla de Tabarca, por lo que casualidades de la vida, aterrizan al lado. Y lo de "aterrizar" es un decir, pues los motores dejan de funcionar y el aterrizaje es forzoso o peor.
Toca correr, pues el meteorito ya ha caído sobre Francia (se siente, París) y la onda expansiva está a punto de llegar. Llegan a la base subterránea donde no les piden pulsera ni nada, que pase quien quiera, y se meten en el que será su nuevo hogar y el de las generaciones venideras, pues en el exterior la vida ha quedado arrasada en un 75% y los que están ahí son los elegidos para un futuro mejor que... ah, pues no. En cuanto deja de haber ruido, asoman el hocico fuera y, como los vascos cuando deja de llover, salen todos fuera, para hacer una nueva vida en el mundo arrasado e irrespirable. Pero como hay un pájaro volando, saben que todo ha ido bien. Salvo por lo de las ciudades arrasadas, al final no ha sido tan grave.
Como decía arriba, diría algo de la chapuza organizativa que es a todos los niveles el plan del Gobierno. Pero como decía un poco más arriba, a estas alturas ya me lo creo todo.
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