¡Lucha encarnizada!
Casi de casualidad nos enteramos ayer de que este fin de semana se celebraba la noche blanca de Bilbao (que me sonaba que suele ser por junio), así que aprovechamos para acercarnos a Atxuri, empezando el recorrido por el concierto de acordeón en la iglesia de la Encarnación. Bonito, pero algo monótono. De ahí fuimos al claustro del museo de arte sacro, donde estaba una de las cosas que más me gustaron, una exhibición de water painting muy vistosa, con un artista capaz de hacer que lo difícil pareciera fácil.
Seguimos con la ruta hasta San Francisco, con la Wunderkammer del yacimiento de la plaza del Corazón de María, donde nunca habíamos estado; una decoración con sombras y luces bastante bonita. De ahí al museo de reproducciones para ver el Gyrovagues, una proyección de efecto tridimensional, que guay, pero era verla y ya.
Seguimos caminando y llegamos a un teatro Arriaga invadido por simpáticos caracoles brillantes. Había que hacer algo de cola para hacerse la foto, pero no iba a renunciar a hacer el tonto.
Siguiendo con la ruta, y sin hacer un análisis exhaustivo de cada atracción, nos pegamos el atracón de luces y sonidos, que convertían Bilbao en una especie de Gotham en miniatura, con un puente Zubizuri digno de película Cyberpunk, icebergs en la ría, un fuerte de cojines gigantes, juegos infantiles a gran escala o un paseo por el Bifröst.
Un plan diferente para un viernes noche y yo encantado de que se hagan cosas como esta en Bilbao.
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