Jugones sin fronteras.
Igual que hicimos más o menos hace un año, este fin de semana he estado con unos amigos en una casa rural en Mallabia, siendo el planteamiento el de montarnos nuestras propias jornadas de juegos de mesa.
El viernes por la tarde nos plantamos ahi, tomamos posesión de las habitaciones y empieza la actividad lúdica con una ración de Endless Winter (gano con autoridad, aunque sería la única partida que ganaría en todo el fin de semana). Después probamos el desastroso La casa de papel, que sin duda es el peor juego de roles ocultos que he jugado jamás, tan malo que se convierte ya en un meme para nosotros.
Traa la cena jugamos la gamberra ginkana que nos propone el caótico Doctor Panic, y como plato principal para la noche: Alma Mater.
Sábado por la mañana, complementamos el desayuno con una partida de Tea, scones and arsenic y otra de Tinderblox, donde doy muestras de mi gran pulso y hábil coordinación manual. Y antes de comer, algo más serio con Brazil Imperial.
Comemos y me toca hacer de abogado de Sir Arhtur Conan Doyle en Justice, donde consigo que mi cliente sea absuelto de todos sus cargos, y seguimos con las propuestas roleras de la mano de Alice ha desaparecido, juego que se juega por Whatsapp, y en el que negaré haber mandado audio alguno.
Tras la cena algo de party games, con Pistas Cruzadas y Licántropo, antes de ir al tema con Calimala.
Llega el domingo por la mañana, con partida al fabuloso The gallerist y para hacer tiempo antes de la comida, a Misión cumplida. Y la tarde es para el rol, con un nuevo pase de mi vivo 7 años y un día, que funciona perfectamente pese a que la mayor parte de jugadores nunca había jugado a rol en vivo.
Eso ha sido todo, vuelvo a casa con ganas de más.
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