Ataviados para una partida.
Ahora sí, ya más descansadopuedo hablar de las jornadas. Unas jornadas que empezaban el viernes conmigo haciendo de las mías, ya que cogí el tren y llegué bien a Valladolid, y como tenía tiempo fui andando hasta el sitio de las jornadas. 45 minutos más tarde y ya allí, me di cuenta de que había apuntado mal la dirección y estaba literalmente en la otra punta de la ciudad.
Por suerte nada que no solucione un taxi, así que esta vez llego al sitio correcto, me acredito y tomo posesión de mi sitio de dormir (las camas eran terribles, por cierto). Cena comunal, con picoteo, nos disfrazamos y a jugar. La primera noche soy Barbazul en 12 fáculas sin piedad, donde juzgamos al Lobo Feroz pero no me dejan condenarlo.
El sábado una sesión triple de rol: por la mañana soy una estrella del rock en The stage wars: final four, por la tarde un mago mentalista en El arte de la ilusión y por la noche un paciente del siniestro manicomio del Tratamiento 4 tréboles. Pero la hora de la comida la aprovecho para escaparme un rato y quedar con Leila, Sito y sus peques, que ya que viven en Valladolid, era una buena ocasión.
El domingo por la mañana desayunamos y rol de mesa, donde dirijo una partida de esa deliciosa mamarrachada que es Uncaging Nicolas y tras la comida recoger, despedidas, hacer tiempo y tren de vuelta a las 18:40, donde acompañado por la Nintendo Switch y el Hollow Knight llego a Bilbao, cansado pero a la hora.
Unas jornadas guays, si hacen el año que viene espero repetir.
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