Chiste en inglés
Algo que empieza a convertirse en costumbre son las huelgas generales, y hoy había una convocada, que francamente, no me da la impresión de que haya sido muy seguida en la parte de la Administración que yo conozco, que media plantilla esté de vacaciones tampoco ayuda, y yo debo admitir que no me he adherido a la huelga.
Naturalmente, me revientan como al que más las medidas que suponen el recorte de mi sueldo, y considero totalmente injusto que pretendan que yo haga lo mismo a cambio de menos. Pero no voy a entrar a hablar de eso aquí. Y desde luego, me parece importante tomar medidas, que como trabajadores tenemos el derecho y el deber de hacerlo, para salvaguardar nuestros derechos, o nos comen la tostada.
El problema es cuando se proponen las medidas equivocadas. Yo entiendo la huelga como un instrumento de presión y no como pataleta. Y entiendo, y aplaudo, el uso de la huelga cuando se hace bien, cuando de verdad se consigue un efecto. Véase metro de Madrid.
En cambio, en otros sectores, me parece que la huelga es hacer el idiota. En mi caso. Una huelga me supone, ¿qué? Un día libre, un día que no cobro, y el trabajo que se acumula para el día siguiente. Eso lo puedo hacer cualquier día, sin que medien los sindicatos, sinceramente.
Y me da rabia, porque teníamos mecanismos mucho mejores. Pongamos que realmente hacemos una huelga de verdad, y que no bajamos al mostrador. Eso sí se iba a notar. Se iba a percibir. Nadie va a notar que su expediente lo graben hoy o dentro de 3 días. En cambio, ir hasta la oficina y encontrarla cerrada, eso sí se nota. Más cuando encima desde servicios generales nos ningunean y cuando hacen la previsión de servicios mínimos siempre se olvidan de nosotros. Como si no existiéramos.
Eso habría sido una buena huelga, o incluso una huelga de celo, pero no lo que proponían los sindicatos, más de la mano de la Administración que de sus empleados (que a nadie se le olvide quelos funcionarios somos simples curritos y a la mayoría de los efectos la Administración una empresa como cualquier otra) que básicamente se habría convertido en un "para quejarme de que me bajan el salario, le voy a regalar a la Administración un día de mi sueldo".
El día que los sindicatos convoquen una huelga de verdad, entonces me plantearé secundarla. Pero ante esto la respuesta es sencilla, antes de que nadie diga nada. Sí, en efecto, que si todos piensan así es como no se consigue nada, y que si todos hubieran acudido al llamamiento huelguista, el efecto se notaría.
Eso sería muy bonito, sí, pero antes sería necesario que los sindicatos estuvieran más pendientes de la realidad y de organizar una huelga correctamente que de intereses partidistas y barrer cada uno para su casa. Y por desgracia creo que no es así. Y que hoy por hoy, haber faltado al trabajo no me habría servido para absolutamente nada.
Naturalmente, me revientan como al que más las medidas que suponen el recorte de mi sueldo, y considero totalmente injusto que pretendan que yo haga lo mismo a cambio de menos. Pero no voy a entrar a hablar de eso aquí. Y desde luego, me parece importante tomar medidas, que como trabajadores tenemos el derecho y el deber de hacerlo, para salvaguardar nuestros derechos, o nos comen la tostada.
El problema es cuando se proponen las medidas equivocadas. Yo entiendo la huelga como un instrumento de presión y no como pataleta. Y entiendo, y aplaudo, el uso de la huelga cuando se hace bien, cuando de verdad se consigue un efecto. Véase metro de Madrid.
En cambio, en otros sectores, me parece que la huelga es hacer el idiota. En mi caso. Una huelga me supone, ¿qué? Un día libre, un día que no cobro, y el trabajo que se acumula para el día siguiente. Eso lo puedo hacer cualquier día, sin que medien los sindicatos, sinceramente.
Y me da rabia, porque teníamos mecanismos mucho mejores. Pongamos que realmente hacemos una huelga de verdad, y que no bajamos al mostrador. Eso sí se iba a notar. Se iba a percibir. Nadie va a notar que su expediente lo graben hoy o dentro de 3 días. En cambio, ir hasta la oficina y encontrarla cerrada, eso sí se nota. Más cuando encima desde servicios generales nos ningunean y cuando hacen la previsión de servicios mínimos siempre se olvidan de nosotros. Como si no existiéramos.
Eso habría sido una buena huelga, o incluso una huelga de celo, pero no lo que proponían los sindicatos, más de la mano de la Administración que de sus empleados (que a nadie se le olvide quelos funcionarios somos simples curritos y a la mayoría de los efectos la Administración una empresa como cualquier otra) que básicamente se habría convertido en un "para quejarme de que me bajan el salario, le voy a regalar a la Administración un día de mi sueldo".
El día que los sindicatos convoquen una huelga de verdad, entonces me plantearé secundarla. Pero ante esto la respuesta es sencilla, antes de que nadie diga nada. Sí, en efecto, que si todos piensan así es como no se consigue nada, y que si todos hubieran acudido al llamamiento huelguista, el efecto se notaría.
Eso sería muy bonito, sí, pero antes sería necesario que los sindicatos estuvieran más pendientes de la realidad y de organizar una huelga correctamente que de intereses partidistas y barrer cada uno para su casa. Y por desgracia creo que no es así. Y que hoy por hoy, haber faltado al trabajo no me habría servido para absolutamente nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario