Perry el ornitorrinco, Phinneas y Ferb.
Teóricamente para niños, Phinneas y Ferb es una divertidísima serie de dibujos de Disney, cuyos capítulos cortitos (en torno a 10 minutos) se pueden degustar con ligereza y que tiene coñas muy buenas, algunas de ellas lejos de ser fácilmente captables por el público infantil.
Phinneas y Ferb son dos niños superinteligentes que para pasar el rato en sus días de vacaciones se dedican a todo tipo de inventos, a cual más estrambótico, lo que suele captar la atención de su hermana mayor Candace, que intenta siempre sin éxito chivarse a su madre, aunque nunca se sale con la suya.
Y siempre hay una trama paralela dedicada a Perry el Ornitorrinco. Oficialmente la mascota de Phinneas y Ferb, este australiano mamífero semiacuático lleva una doble vida como agente secreto, al más puro estilo 007, enfrentándose capítulo sí y capítulo también al pérfido pero entrañable profesor Doofenshmirtz, cuyos maquiavélicos planes acaban siendo siempre desbaratados, a tiempo de que Perry el Ornitorrinco pueda llegar a tiempo de fingir ser un insípido ornitorrinco normal.
El resto de secundarios, como Isabela y las chicas exploradoras o Bulford, el matón del patio de colegio, o Vanessa, la hija de Doofenshmirtz tienen también su encanto, y la serie, comprensible en Disney, está repleta de pegadizas canciones.
Y lo mejor, que la serie deviene un festival de frikadas y dobles sentidos, que hacen que merezca la pena, con múltiples guiños tanto internos (con clichés que se repiten capítulo a capítulo) como externos, que en lo particular han conseguido arrancarme alguna que otra carcajada.
Y dejo ahora paso al mejor superespía del Área de los 3 estados:
Phinneas y Ferb son dos niños superinteligentes que para pasar el rato en sus días de vacaciones se dedican a todo tipo de inventos, a cual más estrambótico, lo que suele captar la atención de su hermana mayor Candace, que intenta siempre sin éxito chivarse a su madre, aunque nunca se sale con la suya.
Y siempre hay una trama paralela dedicada a Perry el Ornitorrinco. Oficialmente la mascota de Phinneas y Ferb, este australiano mamífero semiacuático lleva una doble vida como agente secreto, al más puro estilo 007, enfrentándose capítulo sí y capítulo también al pérfido pero entrañable profesor Doofenshmirtz, cuyos maquiavélicos planes acaban siendo siempre desbaratados, a tiempo de que Perry el Ornitorrinco pueda llegar a tiempo de fingir ser un insípido ornitorrinco normal.
El resto de secundarios, como Isabela y las chicas exploradoras o Bulford, el matón del patio de colegio, o Vanessa, la hija de Doofenshmirtz tienen también su encanto, y la serie, comprensible en Disney, está repleta de pegadizas canciones.
Y lo mejor, que la serie deviene un festival de frikadas y dobles sentidos, que hacen que merezca la pena, con múltiples guiños tanto internos (con clichés que se repiten capítulo a capítulo) como externos, que en lo particular han conseguido arrancarme alguna que otra carcajada.
Y dejo ahora paso al mejor superespía del Área de los 3 estados:
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