Hoy me ha pasado una cosa bastante desagradable en el mostrador. Uno sabe que a veces va a venir gente más o menos cordial, más o menos agradable, o de mejor o peor humor. Pueden venir gente educada y encantadora, o pueden venir auténticos gilipollas. Pero a veces hay algunos que destacan de entre los demás. Tipejos como el de esta mañana, que no se merecen ni mi sarcasmo.
Hace un par de meses, más o menos, se implantó en el mostrador un sistema de cita previa, mediante el cual el usuario llama al teléfono y le dicen el dia y la hora a la que puede ser atendido. Suele pasar a veces que hay quien, porque no se ha enterado o porque está intentando ver si cuela, intenta ser atendido sin cita. La respuesta es negativa, ya que el sistema está por algo, y atender al que no tiene cita implica desatender al que sí la tiene.
Hoy venían dos señores, y uno de ellos tenía cita. Le he atendido, he resuelto su consulta, y cuando he terminado, el tipo que venía con él me ha dicho "ya que estoy aquí, yo también quiero hacer una consulta". Le he preguntado si tenía cita y me ha dicho que venían los dos con la misma cita.
-No funciona así. Tenéis que pedir una cita cada uno.
-Pero ya tenemos cita, la de él.
-Ya, pero es que eso no vale.
-Pero ya quee stoy aquí, atiéndeme.
-No, lo siento, pero si no tienes cita no te puedo atender. Ahora, por favor, déjame atender a la gente que sí tiene cita.
-¿Pero qué te cuesta hacerme el favor?
-El favor no me lo pidas a mí, sino a las 10 personas que tienes detrás haciendo cola.
Aún viendo que sin cita no le iba a atender, no se marchaba, pese a que yo estaba llamando a la siguiente usuaria. Pese a que le pedía que me dejara hacer mi trabajo, no se iba. Ese ha sido el momento en el que he tenido que llamar al de seguridad, para pedirle, y cito textualmente, "por favor, enséñale la salida a este señor".
El se ha puesto entonces a discutir con el seguridad, del cual no exagero un ápice si digo que estará fácilmente entre las 5 personas más diplomáticas y con más tacto que he conocido en mi vida, y tampoco conseguía hacerle entender que sin cita no le podíamos atender.
Y en un instante, de forma repentina, es cuando se ha liado. De pronto el fulano empieza a gritarme y a hacer aspavientos amenazantes, acompañados de insultos de categoría grave, y el de seguridad se ha visto obligado a sacar (aunque por suerte no a usar) la porra reglamentaria, ante la actitud claramente amenazante del individuo.
En ese momento he llegado a pensar que se iban a pegar, pero por suerte el de seguridad ha sabido llevar la situación perfectamente y ha conseguido intimidar al otro, que ha acabado por abandonar el edificio sin salirse con la suya, que era la de provocar al de seguridad para que le acabara golpeando.
La verdad es que en mi oficina podemos presumir muchas cosas, y entre ellas están los agentes de seguridad, cuya profesionalidad y saber hacer demuestran día a día, y en especial en días como hoy. Días como hoy que, afortunadamente, son los menos.
Hace un par de meses, más o menos, se implantó en el mostrador un sistema de cita previa, mediante el cual el usuario llama al teléfono y le dicen el dia y la hora a la que puede ser atendido. Suele pasar a veces que hay quien, porque no se ha enterado o porque está intentando ver si cuela, intenta ser atendido sin cita. La respuesta es negativa, ya que el sistema está por algo, y atender al que no tiene cita implica desatender al que sí la tiene.
Hoy venían dos señores, y uno de ellos tenía cita. Le he atendido, he resuelto su consulta, y cuando he terminado, el tipo que venía con él me ha dicho "ya que estoy aquí, yo también quiero hacer una consulta". Le he preguntado si tenía cita y me ha dicho que venían los dos con la misma cita.
-No funciona así. Tenéis que pedir una cita cada uno.
-Pero ya tenemos cita, la de él.
-Ya, pero es que eso no vale.
-Pero ya quee stoy aquí, atiéndeme.
-No, lo siento, pero si no tienes cita no te puedo atender. Ahora, por favor, déjame atender a la gente que sí tiene cita.
-¿Pero qué te cuesta hacerme el favor?
-El favor no me lo pidas a mí, sino a las 10 personas que tienes detrás haciendo cola.
Aún viendo que sin cita no le iba a atender, no se marchaba, pese a que yo estaba llamando a la siguiente usuaria. Pese a que le pedía que me dejara hacer mi trabajo, no se iba. Ese ha sido el momento en el que he tenido que llamar al de seguridad, para pedirle, y cito textualmente, "por favor, enséñale la salida a este señor".
El se ha puesto entonces a discutir con el seguridad, del cual no exagero un ápice si digo que estará fácilmente entre las 5 personas más diplomáticas y con más tacto que he conocido en mi vida, y tampoco conseguía hacerle entender que sin cita no le podíamos atender.
Y en un instante, de forma repentina, es cuando se ha liado. De pronto el fulano empieza a gritarme y a hacer aspavientos amenazantes, acompañados de insultos de categoría grave, y el de seguridad se ha visto obligado a sacar (aunque por suerte no a usar) la porra reglamentaria, ante la actitud claramente amenazante del individuo.
En ese momento he llegado a pensar que se iban a pegar, pero por suerte el de seguridad ha sabido llevar la situación perfectamente y ha conseguido intimidar al otro, que ha acabado por abandonar el edificio sin salirse con la suya, que era la de provocar al de seguridad para que le acabara golpeando.
La verdad es que en mi oficina podemos presumir muchas cosas, y entre ellas están los agentes de seguridad, cuya profesionalidad y saber hacer demuestran día a día, y en especial en días como hoy. Días como hoy que, afortunadamente, son los menos.
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