Tenemos, pero no quiere funcionar.
Lo malo de los electrodomésticos es que se estropean, y eso nos supone trastornos. Es el caso de la lavadora de mi casa, que ha tenido a bien joderse. Sucedió al sacar la ropa (limpia, por suerte) que empezó a salir de allí agua, que parecía el plató de Titanic, y quedaba totalmente inundada.
Achiqué y limpié filtros (para desgracia de los lectores del blog, sí me acordé de cerrar antes la llave del agua, para evitar anécdotas muy graciosas de contar, pero nada graciosas de experimentar) pero nada. Doy al botón y no se enciende. O mejor dicho, se enciende y se vuelve a apagar.
Hoy vendrá, por fin, el técnico, a ofrecer maravillosas y mágicas soluciones, sean "cambio la pieza", sean "dile a tu casero que te compre una lavadora nueva". Pero de momento, a llevar la ropa a la lavandería. Adortunadamente, tengo una justo debajo de casa, lo que minimiza dentro de lo posible el incordio.
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