Acabo de llegar a casa, tras el viaje en autobús, un poco más largo de lo habitual por culpa del tráfico. Como ayer anticipaba, este fin de semana estuve en Madrid, para visitar a algunos amigos de allí, así como a la delegación bilbaína de la villa madrileña. Y para celebrar el cumpleaños de Paco y Esther.
El viernes, lo dicho: llegar, reencuentros, saludos, juegos de mesa, pizza y cine danés. El sábado, tras terminar de escribir la entrada, partida de rol: Dead of Night. Género de terror, donde mi personaje muere por obedecer los clichés del género.
Tras la partida, al citado cumpleaños, en un simpático bar, de cinematográfica decoración. Allí estamos hasta que el cansancio nos ordena irnos, y comienza nuestra odisea. Dado que no hay metro, caminamos hasta una estación de autobuses, pero informaciones contradictorias nos hacen rechazar el buho y correr hasta una parada de metro, por donde se supone que pasaba uno. Error: no hay. Así que dirigimos nuestros pasos a la cercana parada de metrobús, que emula el recorrido del subuirbano. En teoría una conexión y a casita.
Cogemos el primero, y nos deja en la parada. Miramos cuánto tarda para nuestro maravilloso N19, y pone que 18 minutos. Un cuarto de hora más tarde pone que 17. Un rato después pone que 15, y unos minutos más tarde, cuando marca que 13, aparece un N19. Pero va tan lleno que no nos permite subir. El contador vuelve a los 18 minutos. Tímidamente baja a 17-16, pero pronto sube a 18 de nuevo. Así hasta que al de un rato largo se pone en un glorioso +20. Decidimos mandar esa línea a tomar por culo y andar hasta otra parada. Total, que hora y media después de haber salido del bar, por fin llegamos a casa.
Dormimos hasta tarde y el domingo vamos a comer, una deliciosa-fantabulosa pizza (indudablemente mejor que la gomosa del viernes) y al acabar encaminamos nuestros pasos hacia la estación de autobuses. Del viaje poco que contar, y ya por fin en casa. Mañana a trabajar.
Cogemos el primero, y nos deja en la parada. Miramos cuánto tarda para nuestro maravilloso N19, y pone que 18 minutos. Un cuarto de hora más tarde pone que 17. Un rato después pone que 15, y unos minutos más tarde, cuando marca que 13, aparece un N19. Pero va tan lleno que no nos permite subir. El contador vuelve a los 18 minutos. Tímidamente baja a 17-16, pero pronto sube a 18 de nuevo. Así hasta que al de un rato largo se pone en un glorioso +20. Decidimos mandar esa línea a tomar por culo y andar hasta otra parada. Total, que hora y media después de haber salido del bar, por fin llegamos a casa.
Dormimos hasta tarde y el domingo vamos a comer, una deliciosa-fantabulosa pizza (indudablemente mejor que la gomosa del viernes) y al acabar encaminamos nuestros pasos hacia la estación de autobuses. Del viaje poco que contar, y ya por fin en casa. Mañana a trabajar.
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