En la obra del domingo interpreto a un hombre recién casado, lo que implica que tendré que ir bien vestido. Pero además, había que cuidar otro sutil detalle, pues la gente cuando se casa, se suele poner un anillo. Y como no era cuestión de ir a una joyería a dejarme un pastizal en uno de verdad, pues había que buscar alternativas más baratas.
Pero después de buscar infructuosamente por bazares y tiendas de bisutería, un compañero de trabajo me dio una buena e ingeniosa solución: las arandelas metálicas de los llaveros dan bien el pego. Y efectivamente, me he acercado a una ferretería, y he comprado un par de ellas que van... como anillo al dedo. Y de lejos simulan perfectamente ser aianzas.
¡La magia del teatro!
Pero después de buscar infructuosamente por bazares y tiendas de bisutería, un compañero de trabajo me dio una buena e ingeniosa solución: las arandelas metálicas de los llaveros dan bien el pego. Y efectivamente, me he acercado a una ferretería, y he comprado un par de ellas que van... como anillo al dedo. Y de lejos simulan perfectamente ser aianzas.
¡La magia del teatro!
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