Si digo que es un videojuego de Capcom de principios de los 90, creo que ya he definido medio juego. Scroll lateral, barra de vida y liarse a mamporros con los enemigos que iban viniendo, algunos simplemente versiones de los anteriores pero con color distinto, y por tanto más poderosos.
Pero este tenía a su favor la baza de la temática. Esa ambientación medieval fantástica caló hondo en el neófito jugador de rol que era yo, y ese mundo mágico lleno de dragones y mazmorras era como ver esas primeras partidas plasmadas en una pantalla. Tenía además un aliciente adicional que no todos los juegos del estilo tenían: sistema de experiencia, que te permitía ir mejorando al personaje, y consiguiendo objetos mejores. Vale, estos eran fijos, y realmente subir de nivel solo servía para ganar algo de vida. Pero como ya pasara en el Knights of the round, esto ofrecía la ilusión de subida de nivel. Y también tenía, claro unos gráficos bastante molones para la época (soy un enamorado de los 16 bits) y la posibilidad de elegir entre 5 personajes, cada uno con sus ventajas y desventajas.
Así, teníamos al Elfo, débil pero rápido, y con su arco podía disparar a distancia. Era un personaje muy compensado. La pega es un elfo. El Guerrero era teóricamente equilibrado, pero era tremendamente soso. No hacía nada especialmente mal, pero tampoco nada especialmente bien. Igual que el guerrero, pero peor, era el Enano. Sus ataques tenían un alcance ridículo, y era lento. Su teórica ventaja es que saltaba mucho, lo que puede ser muy útil jugando al Mario, pero no aquí. En su día me gustaba mucho el Clérigo, que en la práctica era un garrulo con armadura, y que era el tanque del juego, con gran armadura, mucha vida y ataques poderosos. Pero era muy lento. Y luego el mejor; el Mago. Empezaba siendo débil, pero a medida que avanzaba el juego (el mago sí mejoraba con los niveles), se volvía poderoso, hasta el punto de que pasarse el juego con una sola partida era relativamente sencillo con el mago, y una quimera con cualquiera de los demás. Tal vez el elfo... pero es un elfo.
En cuanto al guión, ¿he dicho guión? Sí, claro, eh, hay un dragón muy malo, llamado Gildiss. Tiene muchos tesoros, eh, y muchos PX. Y hay que matarlo porque, porque... es una terrible amenaza y tiene armas de destrucción masiva.
Los enemigos eran muchos de los clásicos del género, con orcos multicolor, esqueletos, hombres-lobo (que disparaban con sus ballestas) y los jefes finales de fase, cada uno con su estrategia y su modus operandi:
- Nivel 1 - Aldea de los orcos - Rey orco
- Nivel 2 - Tesoro en el viejo castillo - Minotauro
- Nivel 3 - Batalla en el pico de la montaña - Wyverna de fuego
- Nivel 4 - Cueva de la Hidra - Hidra
- Nivel 5 - A la isla del norte - Banda de trogloditas
- Nivel 6 - El gigante en el santuario - Cíclope
- Nivel 7 - Bosque de Trent- Arañas gigantes
- Nivel 8 - Al castillo - Jinete de dragón
- Nivel 9 - En el castillo - Caballero oscuro
- Nivel 10 - Pasaje subterráneo - Fantasmas
- Nivel 11 - Batalla en el fuerte - Gran draconiano
- Nivel 12 - Castillo Garenos - Caballeros reales
- Nivel 13 - Mago oscuro - Mago oscuro
- Nivel 14 - Cueva en el bosque - Wyverna de fuego
- Nivel 15 - Laberinto subterráneo - Hermanos Cíclope Maestro
- Nivel 16 - Cueva caliza dorada - Gildiss, el dragón rojo
De estos recuerdo que eran especialmente puñeteros los Caballeros Reales, dos clones del Caballero Oscuro, que te acababan siempre recitando su frase "game over", o el Mago Oscuro, del que se insinuaba que era el maestro renegado de los personajes, y que era un festival de llenar la pantalla de cosas que matan. Los demás eran sencillitos, y tampoco era especialmente complicado el jefe final, el dragón rojo Guildis, al que matábamos en su cueva llena de tesoros.
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