En ocasiones veo ciervos.
De regreso de la despedida que me ha
tenido todo el fin de semana alejado del mundanal ruido. Técnicamente ha
sido una despedida de soltero (de Dani), aunque se ha parecido más a unas jornadas gastronómicas, en atención a las tripadas que nos hemos pegado. Ya el viernes nos metimos una buena cena antes de ir de fiesta. Aunque ahí poco aguanté, pues al día siguiente tocaba madrugar.
En efecto, el sábado nos levantamos a las 8 para ir a Murillo de Gállego, donde teníamos la actividad: subirnos a unas canoas para ir río abajo. 3 horas y varias contusiones después, volvíamos a Jaca, donde tendríamos otra opípara comida.
Luego una breve siesta (2 horitas de nada) y nos vamos a ver el fútbol, que la gente quería ver el Real Sociedad-Athletic. Y tras el partido, pues otra gran cena.
Unos originales y deliciosos aperitivos.
Acabada la cena, nos vamos de fiesta por Jaca, donde los cubatas se suceden uno tras otro, y donde la diversión es empañada por un anormal que se dedica a fumar en un bar, y no contento con encabezonarse en su fumeteo, cuando le pido que al menos no eche el humo hacia mi chaqueta, me responde que echará el humo a donde le dé la gana. Reprimí mis ganas de romperle el vaso en la cara, pues es lo que se merecía, y poco después nos fuimos ya de vuelta al hotel.
Hoy por la mañana un paseíllo por Jaca y su ciudadela, donde vemos auténticos ciervos, y ya al coche, rumbo a Bilbao. Con parada en un Wok para comer, por si aún quedaba hambre.
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