Este fin de semana ha tocado repetir escapada asturiana, aunque algo más urbana que la de hace un par de semanas. Si hace dos fines de semana íbamos a una casa rural en un pueblacho perdido, esta vez tocaba un hotel en pleno Oviedo, donde además de daba la casualidad de que eran fiestas.
Llegamos el viernes y dimos una vueltecilla por ahí, viendo un poco el casco antiguo y su ambientillo, aprovechando también para cenar unas "tapas"... ¡tapas de alcantarilla! Y luego ya a dormir.
El sábado tocaba un poco de turismo, viendo primero la catedral de Oviedo con su museo, y después pasear por ahí viendo sus estatuas, de las que una muy sorprendente es esta:
Llegamos el viernes y dimos una vueltecilla por ahí, viendo un poco el casco antiguo y su ambientillo, aprovechando también para cenar unas "tapas"... ¡tapas de alcantarilla! Y luego ya a dormir.
El sábado tocaba un poco de turismo, viendo primero la catedral de Oviedo con su museo, y después pasear por ahí viendo sus estatuas, de las que una muy sorprendente es esta:
¿Parece un culo, verdad? Bien, pues veamos lo que dice su plaquita.
Hicimos también una incursión al museo arqueológico de Oviedo, donde hablaba de la prehistoria asturiana, y también de los tiempos de la ocupación romana, y más tarde del medioevo. Pero esto era un poco repetir lo ya visto en la catedral. Aunque de esta me quedo sin duda con el grabado que, pese a no estar permitido, no pude evitar fotografiar:
Si eso no es Jesucristo limpiando una escopeta, que baje él mismo y nos lo cuente. Por lo demás, un fin de semana eminentemente gastronómico, y hoy por la mañana, antes de partir, aprovechamos para quedar con el amigo Gustavo y compartir un par de bebidas y alguna que otra anécdota.
Y al llegar a Bilbao, club del libro, pero a él ya me referiré mañana.
Y al llegar a Bilbao, club del libro, pero a él ya me referiré mañana.
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