Su colesterol, gracias.
Aprovechando que hoy tenía la mañana libre, ayer compré los ingredientes para poner en práctica un experimento por el que tenía curiosidad desde hace tiempo: hacer un bizcocho salado. Ya me había atrevido anteriormente a hacer bizcochos normales, y quería probar a dar un giro de tuerca. Lo peor que iba a pasar, era que estuviera malo y tocase tirarlo.
Así, partiendo de la siguiente receta (que es bien simple) hice algunos sencillos cambios.
- 1 yogur (el propio vaso vacío sirve como medida)- 4 vasos de harina
- 4 huevos
- 1 y ½ vaso de aceite
- 3 y ½ vasos de azúcar
- 1 sobre de levadura royal
No sé si es relevante, pero los suelo echar en ese mismo orden.
El yogur, que normalmente se usa de limón, es aquí natural. En vez de azúcar, sal (pero ojo, nada de echar 3 vasos, que sería una burrada, he echado medio, y aún así me he pasado un poco de salado), y el aceite, de oliva. Y como extra, un ingrediente añadido: bacon.
Se mezcla todo, y se mete en el horno, 180º, 45 minutos. Importante no meterlo arriba del todo, o se quemará por fuera y no se hará por dentro (puedo dar fe de ello), y también se suele untar el recipiente con mantequilla, para que no se quede el bizcocho pegado.
Lo dicho, lo metemos en el horno, esperamos un poco, y ya tenemos hecho nuestro bizcocho para dummies.
Corte transversal del objeto de pruebas.
Algo fácil, que hasta el más cazurro puede hacer (creedme, represento muy bien al arquetipo del soltero que llama "cocinar" a "encender el microondas"), con un resultado más que aceptable, y una rentable relación esfuerzo/beneficio.
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