El folio en blanco, fase ineludible de todo proceso creativo.
Ya estamos en verano, lo que significa que se acerca el evento rolero por antonomasia. Y eso implica una cosa: hay que preparar partidas. Pero no soy, aunque algunos así lo crean, un inagotable filón de ideas novedosas, capaz de fabricar sin esfuerzo muchas partidas todos los años. La creatividad es una capacidad que también se va desgastando y del filón de la originalidad es a veces difícil seguir extrayendo materia prima, pues a veces me deja esa sensación de que cualquier idea que me viene a la cabeza, o ya la he tenido antes, o ya se le ha ocurrido a alguien.
Y ya no es solo el problema de innovar, sino a veces el de hacer partidas. Este año, por temas editoriales, me tocará dirigir más de mesa y menos de vivo, lo que en teoría da menos trabajo (realmente es más sencillo así preparar las partidas, pero dirigirlas es mucho más complicado en la modalidad de mesa), sin dejar de lado el rol en vivo, que es lo que me gusta.
De las partidas que tengo que dirigir, alguna ya está resuelta ("No eran nadie", del juego "Estrellas anónimas", partida que ya he dirigido con resultados aceptables un par de veces), otras más o menos ("El oro de los olmecas", que dio el pego el año pasado en Sevilla) y otras están por hacerse. Una de sLAng, inspirada en Breaking Bad a medio escribir y otra de "Cultos innombrables" aún sin empezar.
De vivo, un proyecto que me ilusiona bastante, una coproducción que ya revelaré (hay que hypear un poco) y por otro lado una de estas ideas chorras que llevo años teniendo en la cabeza y que puede que este año me anime. O no.
¿Cómo lo hacía otros años para que se me ocurrieran las ideas antes y tener las partidas ya escritas para estas alturas?
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