Con más gente, pero sin caballos.
Ayer tocaba romper un poco la rutina de expedientes y despachos para salir un poco al aire libre y hacer "trabajo de campo". Esto es debido a que en la sección en la que trabajo llevamos, entre otras cosas, el control de los centros de inclusión (para los rezagados, hace tiempo que no llevamos la RGI, para los muy rezagados, hace casi 10 años que dejé de ser abogado) y estamos en temporada de visitas a centros, para inspeccionarlos in situ, poner caras a los nombres y ver cómo funcionan. Y ayer me tocó unirme al grupo de inspección (trabajadores sociales, jefes y un par de administrativos).
Tocó, pues, subir primero a Santutxu, donde nos enseñaron un centro residencial y uno de día, nos explicaron las labores de la asociación, el funcionamiento de los centros, las instalaciones... cosas que está bien ver, pues permite tener otra visión más allá del Word y el Excel en la cuál a veces los usuarios acaban siendo solo líneas en un programa informático y los centros de inclusión códigos en una hoja de cálculo. No es que conocer los centros me vaya a hacer desempeñar mejor o peor mi trabajo, pero me sirve para saber un poco en qué se materializa.
De Santutxu nos fuimos a la famosa calle Cortes, donde proseguía la ruta, con el taller ocupacional donde los usuarios aprendían a hacer cosas, como arreglar bicicletas (que nadie piense cosas raras, estas entidades no tienen ningún ánimo de lucro), y una vez hecha la visita, recorrimos toda la calle Cortes para volver a la oficina en Zabalburu. Creo que era la primera vez que transitaba esa calle y me da que la última. Bilbao tiene muy poquitas zonas que me desasosieguen, y la calle Cortes consiguió ser una de ellas. Que a las 12 del mediodía y en un grupo de 20, bien, pero de noche... ahí no me meto ni borracho.
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