Do, que es gerundio.
¿Y por qué me meto yo en esto? Hace más o menos año y medio, cuando preví que me iba a tirar una época larga sin ir al gimnasio (necesitaba un descanso), tuve la prudencia de hacer lo que poca gente hace: darme de baja. Sí, sé que puede ser difícil de creer, pero yo he sido de esos que cuando dejan de ir al gimnasio se dan de baja. Soy un monstruo sin sentimientos, vale.
Pero aunque es algo horrible, cansado y atroz, en parte tenía mono. No tanto de ir, que es agotador, sino de ponerme un poco en forma, que el sedentarismo va dejando sus souvenirs en la zona abdominal, y cada vez cuesta más quitarlos, así que algo de ejercicio es sano. Pero no solo eso, y es algo que no creí que diría, que mi cuerpo a veces también me pedía ejercicio físico, y aunque la odio, echaba de menos esa sensación de acabar agotado tras corretear cual hamster en la cinta.
Así que me armé de valor, el viernes usé la sesión de prueba gratuita (hola, agujetas de fin de semana) y hoy ya me he apuntado, para meterme de lleno en el nada maravilloso mundo de las máquinas de sufrir.
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