Como manda el protocolo.
Ayer fue un día movidito, pues estaba invitado no a una sino a dos bodas. Pero como el don de la ubicuidad no la tengo, fui solo a la que me había comprometido a ir antes, la de mis amigos María y Pablo, boda en la que además mi señora novia era la portadora de las alianzas (y además María fue la que tuvo a bien presentarnos hace ya unos años).
La ceremonia en sí fue en la iglesia de la Misericordia (todo el que me conozca sabe lo que me gusta a mí lo de pisar templos católicos) y el convite en Arrigorriaga, donde los novios habían planteado la boda con un cierto toque temático de juegos de mesa, en el que casa mesa era un juego, había un dado para generar discursos aleatorios, y la propia invitación estaba maquetada como si fuera un manual de instrucciones de un juego de mesa. Muy original, la verdad.
Por lo demás, pues lo típico delas bodas: comida, alcohol, risas y baile. Incluso hubo karaoke, donde me lancé a cantar grandes éxitos, como "Amante bandido" o "Mi gran noche".
Pero había otra boda a la que lógicamente no pudimos ir, la de mi primo Beñat, así que para compensar la ausencia, hemos ido hoy de visita, con la feliz circunstancia, rara vez vista, de que nos hemos juntado los 6 primos García (que no es tan fácil si tenemos en cuenta que dos son holandeses y viven en Amsterdam).
No hay comentarios:
Publicar un comentario