¿Alguien dijo pretenciosa?
Steven Spielberg se levanta una mañana y dice "me apetece ganar el Oscar". Así que va a lo fácil y llama a dos de los actores más consagrados de Hollywood, rellena con algunas caras conocidas de series de televisión (la moda ahora) y para asegurarse el resultado, tira por la vía de basar su película en hechos reales. Y no unos cualesquiera, sino los papeles del Pentágono, algo que puso el país patas arriba y encima toca Vietnam. ¿Qué podría fallar?
Pues falla que salvo la última media hora la película me resultó un absoluto peñazo. Daba la sensación de estar hecha tan formuláica que resultaba encorsetada, con personajes a los que intenta dar vida pero que no sabes quiénes son ni realmente te importan, y con tramas que si las quitas, tampoco pasa nada. Streep y Hanks, que a estas alturas del partido ya no tienen que demostrar nada, parecen ir con el piloto automático, como sin ganas, y el resultado se choca para mi gusto de forma estrepitosa. Spielberg intenta ir sobre seguro pero acaba sacando lo peor de sí mismo, a veces casi de forma autoparódica.
Por suerte, a diferencia de otras ocasiones en las que parecía pecar justo de lo contrario, aquí el final cobra algo de interés, con lo que el regusto es positivo, pero el conjunto deja con la sensación de que la película que tan buena pinta tenía no era sino una descomunal venta de humo, humo muy caro.
Decepcionante y aburrida.
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