Nada eclipsará el hecho de que en un Starbucks escribieran bien mi nombre.
El título ya da una posta de dónde he estado este fin de semana y qué he estado haciendo. Ahora viene la parte de contar cómo ha sido.
El sábado por la mañana tocó levantarse pronto para coger el coche de alquiler, y tras unos impedimentos iniciales (era automático y no estoy acostumbrado) nos pusimos en ruta para ir a Vitoria, donde había que recoger a una pasajera. Y de ahí a Madrid.
El Vitoria-Madrid, dado que no estoy acostumbrado a conducir y soy poco aficionado al acelerador, se hizo algo más largo de lo habitual, pero por fin llegamos, a tiempo para devolver el coche, acreditarnos en el hotel, ducharnos, cambiarnos y tirar hacia la boda. Llegamos con la ceremonia empezada, pero estaban sobre aviso.
De ahí, autobús que nos llevaría al convite, y de ahí a la cena. Nos toca compartir mesa con desconocidos, pero dado nuestro talento natural, antes de acabar la noche ya eran nuestros nuevos mejores amigos, y lo acabamos pasando de maravilla.
Me extendería más, pero entre que llegamos a las mil al hotel y no dormimos nada, el cansancio me vuelve vago.
Seguimos con el domingo, en plan telegráfico, en el que aprovechamos para quedar a tomar el almuerzo con unos conocidos y a las 15:00 el autobús, un cómodo Premium, en el que vengo medio dormido hasta Bilbao.
Luego, aprovechando el calor, pero más llevadero que el de Madrid, al parque a hacer la fotsíntesis hasta que ha sido la hora de volver a casa.
Lo sé, hoy no he estado muy inspirado con la entrada.
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