Junto con el calendario.
Un año más, ya tengo el carnet que me acredita como socio y abonado del Bilbao Basket, y que me habilita para acceder a Miribilla los días que juegue partido (salvo los de competición europea, que esos imagino que habrá que pagarlos aparte). Como todos los años de un tiempo a esta parte (exceptuando la temporada 2020-21, que se jugó sin público y no pude ir), este carnet viene acompañado de miedos e ilusiones, inherentes a ser aficionado a un equipo de la zona baja de la tabla, cuyo objetivo es la permanencia. Es cierto que la plantilla de este año, por nombres, no invita mucho al optimismo, pero es mi equipo y tendré que quererlos. Veremos en junio qué tal.
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