Años 70. En el interior de Gran Canaria, un poco en mitad de la nada, viven Emilio y Rosa con sus hijas, y todo parece inquietantemente idílico hasta que llega la visita de un extraño, al que recibirán con hospitalidad, pero se generará una incómodísima situación en la que la tensión casi se puede saborear y un muy bien llevado suspense nos advierte de que algo malo va a pasar.
Esa parte está francamente bien, pero luego el ritmo decae mucho y la película cae un poco en el encefalograma plano hasta que al final parece cansarse de su propia existencia y termina en un final exageradamente precipitado, casi hecho sin ganas, que deja muchísimas más incógnitas que las que plantea. Una de estas películas que confunde el "sugerir mejor que mostrar" con "no contar nada". Y es una pena, porque desaprovecha la cautivadora atmósfera que había logrado con una buen fotografía y unas grandes actuaciones.
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