Bilbao, octubre de 1989. Un grupo de niñas tienen que irse a Berlín, a una competición de gimnasia, pero por un tema de salud sus madres no pueden acompañarlas y tienen que hacerse cargo de ello los padres, que al haberse quedado en paro tienen tiempo libre, pero no tienen ni idea de cómo gestionar esto (recordemos, mentalidad de los 80: esa cosa es de la madre).
El resultado es una simpática road movie de regusto amable, en el que estos padres aprenderán a conocer mejor a sus hijas, a conocerse entre ellos y sobre todo a conocerse a sí mismos, coincidiendo además con un momento crucial de la historia contemporánea, como fue la caída del muro de Berlín. Genial el cuarteto protagonista (incluso Juan Diego Botto, que no suele ser santo de mi devoción, aquí está muy bien), perfectamente pastoreados por una estupenda Laura Weissmahr.
Para más añadidura, esta película me trasladaba a mi propia infancia, lo que le otorgaba un cierto plus de emotividad, y no voy a negar cierta humedad ocular hacia el final de la película.
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