Liberté, Égalité, Fraternité, Saltodefé.
Un juego que fue muy controversial en el momento de su salida (allá por 2014) y que por algunos es considerado el peor de la saga, en parte por la cantidad de bugs que atesoraba pero también porque su historia es cuando menos mejorable.
De la parte de los bugs me he librado casi de todo, ya que en su momento no me llamó la atención (me pilló desenganchado de la saga) y ha sido ahora cuando me he puesto con él. Y si bien es verdad que me comí uno muy gordo que me chafó la partida y me obligó a desinstalar del todo (con lo que lo tuve un año entero sin tocar, ya que me daba pereza empezarlo otra vez de cero), más allá de algún cuelgue puntual no he tenido mayor problema.
Sí es verdad lo de su historia, que es sosa y sin demasiado interés, aunque se compensa con que nos ofrece un entorno muy tan bien recreado como es ese París de la Revolución Francesa, que aunque mezcla churras con merinas y hace un poco de totuum revolutum con personajes y fechas, se hace lo suficientemente divertido como para que salir a la calle a saltar de tejado en tejado y apuñalar guardias aleatorios tenga su gracia. ¿El protagonista? Un olvidable y genérico sosainas, pero me sigue gustando más que Connor (Assassin´s Creed 3).
Dos cosas malas que se le pueden echar en cara son las misiones secundarias, que resultan terriblemente repetitivas y la inteligencia artificial de los guardias, que rozaban el retraso mental y hacían parecer inteligentes a los de Plague Tale, y también eché algo en falta algo de conexión con el culebrón de fondo de la metatrama de los asesinos y las típicas escenas en el presente(en este sentido Unity es completamente prescindible). Para terminar de rematar la faena, carece de antagonistas verdaderamente interesantes y la batalla final resulta ridícula y anticlimática. Aunque no es lo único malo, ya que en general da la senesación de ser un juego vago y chapucero, con la sensación de que nada tiene importancia. ¿Que es una fortaleza llena de enemigos? ¡No pasa nada! Entras por la puerta, matas a uno y sales corriendo. Te escondes durante un rato, hasta que se les pase la rabieta, vuelves a entrar, matas a otro y sales corriendo. Así hasta dejar la fortaleza limpia. ¿Y qué decir de ese momento en el que te expulsan de la sacrosante y secretísima base de la orden de los asesinos pero te permiten pasearte por allí alegremnte como si tal cosa? Sí, tenía momentos así de ridículos.
Sin embargo no todo es malo en este juego. La parte de trepar y saltar estaba muy lograda e introducía novedades interesantes, como la silueta de marcar última ubicación conocida y un sistema de mejora de personaje y armas, con un cierto toque de RPG que ya llegaría para quedarse (la parte de "jugar a las casitas", en cambio, sí les salió más floja). Tenía además misiones que nos permitían explorar el París de otras épocas, lo que estaba francamente bien. Trepar por la Torre Eiffel en plena Segunda Guerra Mundial bien vale una misa, ¿no?
En general me quedo con la sensación de que es un producto que obedece a la época en la que la consigna era sacar entregas como churros y eso se refleja en la falta de mimo que tiene en muchos apartados, pero en general consigue ser divertido, y en un videojuego es algo muy importante. No me parece ni mucho menos de los mejores, pero tampoco me parece el peor.
Siguiente paso: el Londres victoriano de Assassi´s Creed: Syndicate.
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