Dwight Manfredi es un matón de la mafia neoyorkina que, tras comerse 20 años de cárcel por no delatar a sus jefes, es enviado a Tulsa, Oklahoma, para tomar posesión de esas tierras en nombre de la familia pra la que trabaja. Llega allí, monta su chiringuito y decide independizarse, montándose la feria por su cuenta.
Sustentada especialmente por Stallone y su carisma, Tulsa King junta muchos elementos de las películas de gangsters, concretamente el de gangster veterano que comienza un imperio. Es verdad que a veces las cosas son un tanto irreales, sobre todo al principio (literamente las dos primeras personas con las que se junta al llegar a Tulsa se acaban convirtiendo en sus socios más leales), pero se hace amena y funciona, con esa combinación de personajes secundarios interesantes (¡Bodhi power!) y ese sabor a ciudad en el culo de América.
Dos temporadas, a la espera de una tercera. No es Los Soprano, pero se deja ver.
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