Todo lo bueno se acaba, y esta vez la afirmación se refiere al horario de verano, que tanto me gusta, en el que trabajo de 8 a 14, y no tengo que currar por las tardes. Ahora se alarga, y lo que es peor, aburridas tardes en la oficina.
Pero bueno, no pretendo engañar a nadie, sigue siendo un chollo, y además, este año pocas tardes me tocarán, ya que desde que se me acabe el vigente contrato y firme el nuevo (que todavía no sé en qué departamento será) no me tocará hacer ninguna, por cuestiones de ingeniaría de optimizar horarios.
La verdad, me quejo de vicio, pero lo bueno de que todo lo demás vaya bien, es que te puedes preocupar de estas pequeñas cosas, y francamente, adoro que el horario de invierno sea ahora mismo el mayor de mis problemas.
A mantener la racha.
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