El Jokin viajero
Desde marzo que fui a Moscú, no viajaba para ver baloncesto, y ya tenía algo de mono. Por eso, cuando salió la oferta de 36 euros viaje+entrada, para ver el Fuenlabrada-Bilbao Basket, convencí al amigo Koldo para apuntarnos.
El sábado por la mañana, horrible madrugón (debería ser ilegal levantarse a las 7 un sábado) y viaje de casi 5 horas hasta Fuenlabrada. Pero como vas con energía y ganas, se hace llevadero. Allí quedamos con Gemma y su pareja Rudi, unos amigos de Santa Pola (madrileños, pero que conocíamos de la época de veranear allí) y vamos a comer. Durante la comida les convencemos para que se vengan al partido. En los aledaños del partido me topo con Diana, una chica madrileña que conocimos en Moscú, y que se autodefine como "friki del baloncesto", a la que le invitamos a venirse, pues pese a ser madrileña, siente bastante simpatía por el Bilbao Basket.
El partido emocionante, sufrido y con victoria, lo que nos pone en buena posición en la tabla, y hace que el viaje de vuelta sea más llevadero.
O eso pensaba yo, porque el viaje resulta ser un infierno. Y es que hay quien para celebrar la victoria tiene a bien emborracharse, y bien sabido es que los borrachos no son los tipos más silenciosos del mundo, por lo que entre las voces, los gritos, y la incomodidad de ser grande en un autobús, las 5 horas de viaje se convierten en un calvario. Y podía haber sido peor, ya que casi nos jamamos un camión en la autopista.
De todas formas, y aunque le pongo la pega de que salimos de Madrid una hora más tarde de la que se supone que íbamos a salir, estaba muy bien organizado, ya que el precio incluía, además del viaje y la entrada, unos cuántos sorteos de camisetas y demás, un bocadillo que al acabar el partido sienta de maravilla, y el detalle de uno de los organizadores, que para celebrar su cumpleaños obsequió con muffins de chocolate a los pasajeros.
Todo muy positivo, salvo porque a los que se dedican a hablar a gritos a las 2 de la mañana, los habría asesinado.
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