La puerta de la Felicidad, da paso a Estambul.
Python-Estambul: "Viajamos acalorados, en un tren que es una full".
Turquía era el punto más alejado de nuestro viaje, al que llegábamos tras un más que largo viaje (22 horas), en un tren tan horrible como temíamos, acompañados por unos catalanes con los que hicimos migas. Cambiamos dinero en un puesto aduanero, y nos llama la atención la ridícula inflación, que hace que tengamos todos varios millones en la cartera.
Una vez en Estambul, se nos unen unos mochileros valencianos, y siendo un grupo numeroso, nos animamos a aceptar uno de los hoteles que nos ofrecen en la estación, el hotel Eris, que resulta ser un chollazo.
Cenamos unos auténticos kekabs, y nos vamos a dormir, que al día siguiente toca turismo.
En Estambul estamos un par de días, durante los que vemos la Mezquita Azul, Santa Sofía, el Gran Bazar, el Palacio Topkapi, el Puente de Gálata... y por supuesto, coger el ferry al lado asiático de Estambul, que no tiene nada, pero leñe, ¡estábamos en Asia!
Del anecdotario recuerdo cómo en el bazar era imposible dar dos pasos sin que te intentaran vender algo, y que el idioma no era impedimento para unos vendedores que eran capaces hasta de saludar en euskera, adivinando por mi acento que yo era de Bilbao.
Estambul, una ciudad preciosa, a la que algún día quiero volver, y en la que la comida estaba tirada de precio.
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