Yellow submarine, yellow submarine.
Por la mañana el Sol emergía tímidamente de entre las nubes, y eso permitía dar un paseíto por la playa hasta las 13:25, hora en la que pasaba el autobús de recogida para la actividad principal del día.
En Puerto Calero embarcaríamos en nada menos que un submarino, en el que hemos podido disfrutar de las bellas vistas del fondo oceánico, con muchísimos bancos de peces, y alguna que otra manta raya. Una visión de una espectacularidad que es difícil describir con palabras.
También bonita, aunque menos espectacular (sin que por ello dejara de serlo) era la visita de después a la famosa playa del Papagayo, donde por fin me he podido dar el gustazo de bañarme, aunque el agua estaba fría de cojones.
A pesar de lo cual, tiene pinta de que mañana, si el tiempo acompaña, tocará repetir playa.
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