Pues catacrocker.
El lado bueno de las cosas (The silver linings playbook en el original) fue un de las películas que triunfó bastante el año pasado, y a mi juicio bastante sobrevalorada.
La historia es un poco lo de siempre, chico conoce a chica, se hacen amigos, pero él echa de menos a su ex, se van haciendo amigos, se presentan a concurso de baile, y se van enamorando, y cuando parece que peor están las cosas, pues... vaya, nada nuevo bajo el sol. Y por medias, un concurso de baile, en cuyos ensayos es donde se van enamorando el uno del otro.
El hecho diferencial aquí es que ambos protagonistas están como las maracas de Machín. Concretamente el protagonista empieza la película saliendo de un sanatorio mental. Para sumarse al festival de locura, está Robert de Niro, en su papel de Robert de Niro, como padre del protagonista, un hombre obsesionado con el fútbol americano, otro tema bastante presente en la historia, ya que tanto el mencionado concurso de baile como un partido de los Philadelphia Eagles serán objeto de una importante apuesta, y el propio título "Silver linings playbook" hace referencia a este deporte. Silver linings es una forma de referirse al optimismo, a esa botella medio llena, al lado bueno que está hasta en las cosas malas (así que bien por la traducción del título) y el playbook, libro de jugadas, es un elemento muy típico del para nosotros incomprensible fútbol americano.
La película tiene sus momentos graciosos, pero también tiene momentos aburridos, y durante muchas partes cuesta entender el óscar de Jennifer Lawrence, que durante gran parte de la película parece Katniss Everdeen en Philadelphia. No es que lo haga mal, pero tampoco me pareció nada destacable. Mucho mejor me pareció el coprotagonista Bradley Cooper, la verdad. Eso sí, Jennifer Lawrence, muy mona, y su culo, para enmarcar, pardiez.
Pero vamos, que una película que ni por asomo me parece que justifique el bombo que tuvo. A lo mejor es que esperaba demasiado de ella.
No hay comentarios:
Publicar un comentario