Coronado e hijo (de puta)
La adolescencia es la época de la vida en la que el ser humano se vuelve gilipollas, y no es fácil tener un hijo de esa edad. Mucho menos si, como en el caso de esta película, el hijo adolescente es además, o parece serlo, un verdadero psicópata.
José Coronado es Carlos, un hombre de éxito que lleva una vida en teoría feliz, pero con un hijo muy problemático (Nico), con el que no sabe qué hacer, y decide recurrir a los servicios de un eficaz psicólogo (Julio), que opta por utilizar el ajedrez como terapia para encarrilar al rebelde (y gilipollas) Nicolás.
La cosa se irá complicando, y llegará un momento en el que uno no tiene muy claro si Nico es un perfecto hijo de la gran puta, o si tiene sus motivos para ser así de insoportable para hacer lo que hace, y hasta el final de la película, donde se aclara todo el pastel, tendremos nuestras dudas.
La película no está mal, a pesar de exagerar un poco toda esa aura de misticismo con la que rodean todo lo concerniente al ajedrez (que aquí más parece un arte marcial que un juego de mesa), pero cuenta con un handicap muy gordo, y es que está muy mal doblada. Por lo visto, la versión original está en catalán, y no seré yo quien critique que una película esté doblada, pero sí que el doblaje es bastante mediocre, y en muchísimos momentos saca completamente de la película, sobre todo por el pésimo doblaje de David Solans (Nico), que si ya de por sí es hostiable, aquí dan ganas de matarlo cada vez que abre la boca (lo cual por suerte no es algo que suceda demasiado), mientras que otros personajes, como el de Coronado, no están doblados. Seguramente esto sea lo peor de la película (no lo de Coronado, que se mantiene en su buena línea, sino lo otro).
Una pena, porque de verdad estropea una película que, por lo demás, se deja ver.
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