El colchón de pelea.
Seguimos con las labores de adecentado de casa y saqueo de Chezgarcía, cada vez más parca en posesiones materiales. Todo esto de cara a mi ya inminente traslado, que será la semana que viene (lo que me provoca y provocará una amalgama de sensaciones; miedo, ilusión, liberación, añoranza...) y que ayer tuvo otro paso con la compra de Hövag, que no es un cuervo de Odín, sino un colchón. No es el bueno, que ese será comprado con más calma y estudio (para la cama no hay que escatimar) sino uno para ir tirando mientras tanto, y que de cara a futuro será para las visitas.
La verdad es que ir de compras a Ikea estando cansado, y más cuando se trata de ir a probar colchones, no parece la mejor de las ideas. Pero el tiempo se va acabando y había que hacerlo ya sí o sí, que además estos colchones no son plug&play, sino que hay que dejarlo 3 días para que vaya cogiendo forma. O eso espero, ya que lo que he sacado del grueso cilindro que nos dieron allí tiene más forma de durum que de colchón.
Lo que queda de semana y fin de semana lo dedicaré a embalar, transportar y limpiar, y la semana que viene, con Internet y agua caliente, será por fin una casa habitable. Llena de cajas y con todo patas arriba, pero habitable.
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