Nunca es tarde para vivir otra gran aventura.
Imaginad que se juntan Guy Ritchie, Jean-Pierre Jeunet y Javier Fesser para hacer una mezcla entre "Forrest Gump" y "Gran Hotel Budapest", protagonizada por el abuelo de los Simpson. Sumadle explosiones y tendremos esta genialidad que es "El abuelo que saltó por la ventana y se largó".
Ese cocktail tan curioso nos da una película a ratos psidodélica, a ratos tierna, pero en todo momento divertida y muy entrañable, en la que hasta los malos te acaban cayendo bien. Contada a dos pistas, cuenta la fascinante historia del anciano Allan Karlsson el día en que cumple 100 años y se fuga de la residencia, y lo que ha sido su vida, ambos relatos llenos de situaciones delirantes (cierta alusión involuntaria al muro de Berlín), personajes adorables (el hermano tonto de Einstein, por ejempo, tiene momentos brillantes) y muchos momentos graciosos, algunos hasta absurdos.
Una película colorida y vital, con momentos de gamberrada macarra, una acción a ratos pausada, a ratos trepidante y momentos en los que casi nos metemos en el surrealismo. Puede ser que no a todo el mundo le guste, pero a mí particularmente me ha cautivado y me parece una de las películas del año.
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