lunes, 11 de agosto de 2014

Parte tedenero 2

El buen padre Samuel 

Siguiendo con lo que fueron las TdN, lo que procede es seguir con la crónica donde la había dejado, a punto de dirigir la partida "No eran nadie", del juego Estrellas Anónimas y que tuvo pinta de que no se iba a hacer por falta de jugadores, aunque al final se pudo llenar y llevar satisfactoriamente a buen puerto.

El propio sábado por la tarde, una de las mejores partidas de las jornadas en "Caridad", donde somos la alta sociedad de la posguerra tomando una serie de complejas decisiones morales, e intentando dar una dimensión ética y humana a un trepa falangista sin caer en el tópico fácil. Una excelente partida con una gran intensidad y un impresionante elenco de jugadores.

A la noche, el plato fuerte en cuando a mis actividades, "La taberna de Recaredo", partida de Aquelarre que dirijo mano a mano con Ricard Ibáñez (para los no versados en la materia, que ya sería raro que hubieran seguido leyendo hasta aquí, Ricard es el autor de Aquelarre, decano de los juegos de rol en español). Aparte de deleitar a mi fanboy interior, la partida consigue ser del gusto de los jugadores, algunos de los cuales terminan la partida entusiasmados. Ahí ayudaron mucho los relatos del tío Recaredo y el espectacular baile en directo (danza del vientre) que nos brindó Isilwen.

Jugadores del ReV de Aquelarre. 

Vamos ya al domingo, donde por la mañana repito Aquelarre y repito Ricard, aunque esta vez solo jugador y en rol de mesa (actividad que llevaba sin catar en TdN varios años), consiguiendo sobrevivir y matar a todos los malos con alegría.

Por la tarde dirigo otra partida de rol en vivo, "La llamada de Cthulhu" en la que la mayoría de los jugadores desconocen la ambientación... en un vivo en el que es clave conocer bien la obra de Lovecraft para disfrutarlo al 100%. Aun así, ni tan mal, pasamos un rato entretenido.

Y el domingo noche llega la partida que elegiría si tuviera que quedarme con una de las TdN 2014, "El otro", donde me enfrento al reto de interpretar un aprendizaje de cero, cual tábula rasa y conseguir hacerlo creíble y no caer en el ridículo del chiste fácil. Una experiencia intensa y muy gratificante, para la que me fuerzo a salir, derribando de una patada la puerta de mi zona de confort teatral.

Pero todo se acaba y, como todos los años, toca abandonar Mollina con la pena de irme y la alegría de haberlo pasado tan bien. Visto desde fuera tal vez sea complicado o parezca algo más banal o incluso ridículo, pero lo cierto es que después de tantos años, las Jornadas TDN son algo importante de mi vida y van mucho más allá de ser el evento al que voy a jugar a lo que me gusta y veo a mucha gente a la que aprecio, mucha por el mero hecho de formar parte de esto. Son mi oasis y refugio y el vehículo para pequeños viajes personales que forman parte de lo que soy y sirven para refrescar ese sentimiento de ilusión que de niño experimentaba cada vez que se acercaba la Navidad.

Podría vivir sin las TdN, por supuesto, y sin duda hay muchas más cosas importantes en mi vida (sobre todo cierta persona, que vale más que mil TDN juntas), pero esta reunión anual de "pirados" es una pieza que quiero que esté en mi puzzle.

Supongo que hoy mucha gente se va hoy de Mollina pensando lo mismo. Por mi parte, si ya el año pasado tocaron techo, este año han conseguido mantener el nivel.

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