Parece que hay txoznas más allá de Moskotarrak.
Otro año más por agosto llegan las fiestas de Bilbao, un evento muy esperado por mucha gente, que las prepara con ilusión para gozar de 8 días de fiesta a saco. Debo confesar que este año me pillan completamente desganado, pero ya que están, pues aprovecho para disfrutar de su mayor ventaja, que es la de que uno sale y se encuentra gente.
Aunque curiosamente, y puede que sea la primera noche de fiestas en años, ayer no pasé por Moskotarrak. No por nada en particular, sino simplemente porque no cuadró. Además, tampoco tenía la camiseta (llegué a Bilbao a las 22:30 y no me apetecía ponerme a buscarla) y salí realmente a dar una vueltecilla tranquila. Paradójicamente, eso no se convirtió en una horrenda borrachera, aunque sí se cumplió lo de estar hasta una hora razonablemente avanzada (creo que me acosté a las 4). Y totalmente sobrio.
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