En España la gente les votaría.
Seguimos con la saga de la Purga, y seguimos en la misma línea del despropósito, en el que una ambientación absurda y repleta de agujeros es el mero vehículo para trasladarnos por un mundo de tiroteos sin sentido y casquería gratuita.
La premisa, ya la conocemos de películas anteriores, es que una noche al año todos los delitos son legales en Estados Unidos, una noche que la gente espera con ilusión y la dedican a vestirse de gilipollas para matarse unos a otros, lo que hace que el resto del año el país funcione perfectamente y sea todo una balsa de perfecta convivencia.
En la segunda entrega, Anarchy, trataban de darle algo de sentido y coherencia, rascando un poco en la distopía que trata de crear, contando que esto de la purga es una invención de los ricos para que los pobres se maten entre sí, y en esta intenta ahondar un poco más en el tema, trasladando la historia al mundo de la política, y sobre la división social que esto genera.
Pero lo que podría haber sido buena idea se estrella en la primera curva y deviene un absoluto sinsentido de corre-corre que te pillo, malos muy malos, buenos muy duros, psicópatas creativos y personajes estereotipados hasta la nausea, con malos que no son ya de opereta sino que parecen directamente sacados de una parodia de Bioshock o de una de esas películas para adultos que podría uno comprar por 2 euros en una sórdida gasolinera.
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No me haré el sorprendido, pues sabía antes de ir al cine que la película iba a ser una soberana mierda y eso es lo que me he encontrado, por lo que no puedo decir que me haya decepcionado. La pregunta que debería hacerme es por qué voy a ver estas cosas. Supongo que de vez en cuándo me resulta gracioso ver una película ridícula intentando tomarse en seria a sí misma.
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