Purpurina por todas partes.
La mitad más uno. Ya podemos decir que estamos en la recta final de las fiestas, pero el de ayer fue un día tirando a tranquilo. La mañana consagrada a las sábanas y la almohada, para comer una de wok con mi señor padre y por la tarde a la lonja a jugar al Star Wars Rebellion con el amigo Joan (¡gloriosa victoria rebelde!) y luego a hacer un poco de tiempo hasta que llegara la gente para ir en manada al cine a ver esa maravilla que es Cazafantasmas. Ya hablaré de ella más detenidamente, pero salí encantado por disfrutar de la que para mí ya es la película del verano.
De regreso a Bilbao, nos vamos a la zona de txoznas, y después de parar en Moskotarrak a repostar nos vamos a bailotear a la "competencia". Nos vamos a Pinpilinpauxa, una de las txoznas clásicas, que se caracteriza por el inequívoco y excesivo uso de la purpurina, que marca casi a fuego a cualquiera que se acerque por las inmediaciones, haciendo que haya quien parezca un spoiler andante de Goldfinger.
Ahí anduvimos un rato, entre la purpurina y los bailables, hasta que volvimos a nuestro reducto moskotarrero y la charleta terracera nos tuvo hasta las 4:30, una hora razonable para huir.
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