Ahora otra vez en cines.
Esta película, que ni es precisamente nueva (data de 1984, ese año tan memorable para el cine de culto) ni es la primera vez que la veo (si no me falla la memoria la vi allá por 1987) tiene su relevancia dado que ha sido recientemente reestrenada en algunos cines y aprovechando la coyuntura, fuimos ayer a verla. Y como es costumbre en este blog hablar de las películas que veo en el cine, pues a esta no le iba a hacer el feo.
Basada en el maravilloso libro homónimo de Michael Ende (¡quienes no lo hayáis leído, corred a hacerlo!), fue criticada en su día por no ser una adaptación especialmente fiel, pues recortaba demasiado y se tomaba demasiadas "libertades", y no pasó como una gran película. Pero al cine a veces le pasa como al buen vino, que con los años va adquiriendo un sabor especial, y eso es lo que le pasa a La historia interminable, que tiene un toque mágico que la hace completamente disfrutable y nos permite retrotraernos a la infancia con ese toque de naif fantasía y esas aventuras en reinos mágicos, con esa estética tan genuinamente ochentera (lo que siendo Stranger Things la serie de moda es sin duda un plus).
Es cierto que algunos efectos especiales han envejecido realmente mal, y algunas cromas, como las escenas de vuelo quedan ahora especialmente cutres, pero visto con los ojos adecuados es como volver a ver de adulto el dibujo que con 4 años colgaste en la nevera, que es lo que es pero lo ves con cariño. Y es que no se pueden ver de otra forma las aventuras de Atreyu, las ensoñaciones de Bastian, el vuelo de Fujur o la siempre triste muerte de Artax.
Está claro que la película no llega al nivel del libro, que es uno de los que más he disfrutado en mi vida, y que ahora tengo muchísimas ganas de volver a leer. Pero esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión...
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