Colorido cartel, toda una declaración de intenciones.
De las tres de Thor es la mejor. Pero eso no es mucho decir, ya que el listón no estaba demasiado alto; la primera no pasaba de ser entretenida y la segunda resultaba completamente olvidable. Aquí optan por lo mejor que podían hacer, que es tirar por la vía de la gamberrada y lanzarse sin complejos a la comedia colorida que tan bien funciona en Guardianes de la Galaxia. Pero siendo honestos, Thor tampoco da tanto de sí y la película se agota enseguida. A eso le sumamos que lo que podía ser una de las sorpresas de la película (la aparición de Hulk) ya la anuncian a bombo y platillo, pues se chafa todavía un poco más. Hay alguna otra, y como friki de los cómics me gusta ese enganche indirecto con los Defensores (no los de la serie de Netflix, sino los de la Costa Oeste), pero alargar demasiado la película hace que en algunos momentos llegue a aburrir. Daba para hora y media larga, no más.
Un recital de sopapos y carantoñas, con mucho chiste incrustado y todos los clichés del género. El resultado, blockbuster palomitero al que tampoco se le puede pedir más. No horroriza pero está lejos de ser una de las mejores entregas de la saga de películas de Marvel.
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